«Donde dos o tres se hallen reunidos en mi nombre, allí estaré Yo.
Cuando hubieres de orar, entra en tu aposento y, cerrada la puerta,
Ora en secreto a tu Padre, y tu Padre, que ve en el secreto,
te recompensará.» (Jesús de Nazaret)
Desde la antigüedad el hombre ha sido consciente de que existe un poder superior y ha practicado la oración como un método para lograr estados alterados de conciencia que le permitieran comunicarse con las dimensiones espirituales para intentar sintonizar con la guía y la sabiduría del universo, con la mente universal y con la conciencia divina.
Dios, al crearnos, nos dio muchos recursos y uno de ellos es la oración, que es una actividad espiritual que expresa nuestra naturaleza divina al ponernos en contacto directamente con Dios, y por ello la oración no es patrimonio exclusivo de ninguna confesión religiosa. Todos podemos disfrutar de los beneficios de la oración, incluso los no religiosos, porque la oración es algo espiritual que trasciende lo religioso.
La oración está relacionada con la energía, ya que en nuestro interior somos conscientes de que nuestra conciencia se extiende más allá del cuerpo físico y de que con nuestros pensamientos y nuestra voluntad podemos influir sobre la energía universal.
En nuestro interior sabemos que al orar ponemos en movimiento la energía, y que podemos hacer que se transmita en el tiempo y en el espacio; por ello, inconscientemente apelamos con nuestras oraciones a la energía universal divina, porque sabemos que ejerce su efecto a cualquier distancia y que también puede trascender el concepto de tiempo lineal, ya que frecuentemente la enviamos al futuro para lograr deseos y objetivos.
La oración la realizamos porque nos sentimos desamparados y solos y porque purifica nuestra mente cuando está contaminada por los sentimientos y emociones negativas que nos acosan, tales como el miedo, la ansiedad y la preocupación, pidiéndole al Creador que nos ampare, nos purifique y nos fortalezca.
Con la oración expresamos ideas, sentimientos, deseos y necesidades dirigidos al Creador. Nuestro Yo Superior que sabe, nos susurra interiormente invitándonos a la oración porque necesitamos el contacto con la dimensión espiritual que está más allá de la realidad material, para recibir los insumos de aportaciones energéticas de elevada frecuencia de los seres espirituales y poder ir depurando y afinando la vibración de nuestro espíritu con la finalidad de acercarnos cada vez más a la vibración del Amor y de la Luz.
La verdad y la Luz ya se encuentran en nuestro interior. Solamente tenemos que realizar el trabajo espiritual que nos permita ir corriendo el velo.
LA MEDITACIÓN Y LA ORACIÓN: DOS CAMINOS COMPLEMENTARIOS
La meditación y la oración son dos caminos complementarios en la práctica del Reiki y en nuestro proceso de crecimiento espiritual y de evolución hacia la Unidad con el Creador (o el Tao), de forma que cuando oramos, nuestro espíritu asciende hacia Dios, y cuando meditamos, la Luz de Dios desciende hacia nosotros.
Con la oración nos sentimos entidades separadas del Todo porque percibimos a Dios en un plano superior al nuestro, mientras que con la meditación, nos fundimos en un estado de comunión con Dios y con el mundo espiritual, sintiéndonos parte de la Unidad y del Plan Divino; por ello, la oración aumenta nuestra intimidad con el Creador, y la meditación complementa nuestro retorno al origen potenciando la sensación de unidad con Dios.
LA ORACIÓN NOS HACE MÁS LIBRES
La oración es un ejercicio de autenticidad en el que nos desnudamos y nos despojamos de nuestro yo máscara, para mostrarnos ante el Creador en nuestra maravillosa desnudez como los seres auténticos y libres que somos.
Con la oración nos abrimos ante el Padre tal como somos, pidiéndole que nos haga partícipes de Su sabiduría divina, que nos guíe y que nos infunda parte de Su Luz.
Es una terapia que nos permite liberarnos de las cargas del mundo material que nos hemos inventado, vencer la gravedad y despegar volando hacia la dimensión espiritual que nos reconforta y suple las deficiencias de nuestras vidas, poniéndonos en contacto con el Amor y con la Luz serena y colmadora del Padre.
La oración realizada sinceramente con atención y conciencia, tiene un poder transformador porque nos vuelve seres más auténticos, más puros y más libres de las cadenas que nosotros mismos nos hemos impuesto y porque el desnudarnos ante nosotros mismos, nos hace conscientes de nuestras zonas oscuras y de los hitos que debemos ir superando para avanzar en nuestro camino de evolución.
LA ORACIÓN NOS HACE MÁS FUERTES
Con la oración nos acercamos a lo espiritual y vamos construyendo nuestras vidas con unos sólidos cimientos divinos de autenticidad, honestidad y amor, los cuales nos sostendrán firmemente como rocas ante los reveses de la vida.
Cuando nos sintamos caer, el Gran Espíritu nos acogerá en sus alas de Luz.
CÓMO ORAR
El mejor método para realizar una oración es el tuyo propio.
La oración es informal, puede realizarse en cualquier sitio y de cualquier forma; sólo es preciso sinceridad, apertura, atención y conciencia.
Se puede orar individualmente o en grupo, pero en grupo tiene un efecto sinérgico, ya que el efecto del conjunto es muy superior a los efectos de cada una de las partes por separado, y cuando varias personas realizan sus oraciones en común, se forma una especie de «energía mental colectiva» que se amplifica con la concentración y la sincronización de sus componentes.
El poder de la oración aumenta con la repetición de determinados sonidos, y por ello todas las religiones utilizan plegarias que tienen un poder fonético especial y que con su repetición inducen estados alterados de conciencia que conectan con Dios; una de las más antiguas es la plegaria OM, que es la realidad superior y la conciencia suprema que ayuda a trascender el cuerpo y entrar en contacto con lo Absoluto y con la mente universal.
En yoga a los sonidos de poder se les llama mantras, y cuando se repiten muchas veces se denomina yapa, y sirven para concentrar y aislar la mente en tu interior cuando está alterada e inquieta.
La oración del Padre Nuestro que Jesús nos enseñó, es la plegaria del cristianismo y es una forma de oración especialmente poderosa para trascender el mundo físico y conectarnos con lo divino.
LA ORACIÓN Y EL REIKI
Mediante la oración, en Reiki, además, logramos estos efectos:
• Elevamos nuestra frecuencia vibratoria, sintonizándonos mejor con la energía universal; nuestras ondas cerebrales pasan del estado normal beta al estado alfa e incluso a zeta y por resonancia cambian también las del receptor, lo cual nos facilita la canalización de la energía.
• Realizamos una petición sincera a nuestros guías, a Dios, a los ángeles y arcángeles y a los guías del receptor para que a través de nuestras manos canalicen la energía universal de amor necesaria para su curación, de forma que cuando la fe del transmisor y del receptor se armonizan, los ángeles curativos actúan y se activan las fuerzas sanadoras universales que equilibran la energía vital del receptor.
• Convocamos a nuestros guías y a los ángeles para que nos transmitan parte de su energía y de su Luz, ya que los seres espirituales no tienen libre albedrío sino que se limitan a transmitir la energía divina entre el cielo y la tierra; por ello, para poder acudir en nuestra ayuda deben ser invocados e invitados por nosotros a través de un acto de fe como la oración.
• Abrimos los canales a nuestros poderes sanadores.
LA ORACIÓN COMO HERRAMIENTA DE SANACIÓN
La sanación física debe ir precedida de la sanación espiritual, y para conseguirla debemos aprender a depurar nuestros pensamientos negativos.
Esta depuración mental, emocional y espiritual se consigue con la práctica, ejercitando nuestra mente diariamente con la meditación y con la oración que van insertando en ella pensamientos sanos e ideas positivas.
La oración purifica nuestra mente cuando el miedo, la ansiedad, la preocupación y el temor bloquean nuestro sistema energético. A través de ella nos vaciamos interiormente para dejar sitio a la pureza y al amor del Creador.
La oración es un poder original del hombre, una herramienta que nos ha dado Dios para comunicarnos con Él, semejante a una llave que nos abre el paso a la curación física, emocional, mental y espiritual, y que nos proporciona libertad y alegría.
LA ORACIÓN COMO HERRAMIENTA PARA CONFIGURAR EL FUTURO
La oración consiste en un acto consciente, ya que al orar producimos pensamientos que nos ponen en contacto espiritual con Dios, y como los pensamientos son los precursores de la realidad, si alimentamos nuestra mente con pensamientos de paz y de amor, nuestra realidad también estará llena de paz y de amor; por ello, las letanías o plegarias recitadas de forma mecánica, sin asociarlas con pensamientos no son efectivas; podemos orar en silencio o en voz alta, pero lo importante es que nuestro pensamiento esté centrado en el verdadero significado de la oración, que es hablar con Dios.
La fe en Dios hace que aumente la fe en ti mismo, y ésta se logra y se nutre con la oración; por ello, la oración desarrolla nuestro amor por nosotros mismos y nuestra confianza, y de esta forma nos dispone y nos prepara para reflejarla sobre los demás.