Meditación cromática

TERAPIAS PARA LOS CHAKRAS – MEDITACIÓN CROMÁTICA


Todas estas posibilidades de aplicación son los denominados «métodos externos», con los que podemos abrirnos a influencias provenientes del exterior y dejar que influyan sobre nosotros.


Sin embargo, existen otras posibilidades excelentes de «interiorizar» colores. Esto exige un cierto grado de actividad por nuestra parte. Aquellas personas que por su carácter les gusta influir activamente en su destino, a menudo sienten éste como la posibilidad más eficaz de incidir positivamente sobre sus chakras.


La palabra mágica es aquí «visualización». Significa que con nuestra energía espiritual hacemos surgir una imagen interior. Ésta es una facultad natural de todas las personas, y, por tanto, no resulta tan difícil practicarla.


También se utiliza con frecuencia el término «imaginación», que puede entenderse aproximadamente como la fuerza de formar imágenes dentro, la capacidad de ver interiormente o como una fantasía creativa y dirigida. Lo interesante aquí es que nuestro espíritu dispone efectivamente de la posibilidad de hacer que se hagan realidad ideas figurativas intensas. Lo importante es que podamos afirmar plenamente la imagen interna. Es decir, que queramos transportarla realmente a la realidad.


La mayoría de las personas dominan con bastante rapidez la técnica de la visualización; otras necesitan algo más de práctica, pero el esfuerzo merecerá la pena con toda certeza.


A este respecto es interesante observar que, sobre todo son las personas en cuyo horóscopo predominan fuertemente los símbolos del fuego (Aries, Leo y Sagitario) a quienes les resulta particularmente sencilla la visualización. Por la teoría de los chakras sabemos que al elemento fuego le corresponde la función sensorial de la visión. Las personas que más dificultades tienen con la visualización son las que tienen una dominancia de símbolos de tierra (Tauro, Virgo y Capricornio). Para ellos, en general, es más conveniente la aromaterapia, puesto que al elemento tierra le corresponde el sentido del olfato.


De modo que para toda persona hay algún ámbito en el que se siente particularmente cómoda, y otros con los que antes tendría que familiarizarse.


No obstante, todo cuanto necesitamos para la visualización lo llevamos ya dentro de nosotros. No necesitamos para ella ningún medio auxiliar exterior, y sólo cuesta un poco de tiempo y entrenamiento. Nuestros chakras reaccionan rápidamente a las imágenes interiores que nos formamos, y mediante la visualización cromática tenemos una posibilidad certera, y ante todo de máxima eficacia, de influir sobre ellos positivamente.


Para efectuar la meditación cromática sobre los chakras, sentémonos cómodamente pero con la espalda recta, de forma que la columna vertebral esté lo más recta posible (también puede hacerse el ejercicio tumbado, o de pie). Cerremos los ojos y dejemos que interiormente nos venga la calma. La respiración debe ser sosegada y regular. Cuando nos asalten los pensamientos, dejémosles que sigan fluyendo sin prestarles atención. Así, gozaremos de algunos minutos de silencio. Estaremos más tranquilos cada vez y nos abandonaremos totalmente al sentimiento de silencio y seguridad interiores.


A continuación dirigimos nuestra atención a la zona del primer chakra, que se sitúa en la base de la pelvis y se abre hacia abajo. Allí hacemos surgir una pequeña chispa de luz roja, que va haciéndose más grande cada vez, convirtiéndose lentamente en una esfera de luz roja luminosa y radiante. Esto puede durar aproximadamente un minuto, o algo más; el tiempo es accesorio, sólo es importante la imagen: y cuanto más tiempo seamos capaces de fijar esta imagen, tanto más intensa será la energía de este ejercicio.


Cuando la imagen interior parezca desvanecerse, recógela otra vez con toda tu inocencia ante tu ojo espiritual, sin presión y sin coacción. Contémplalo todo más bien como un juego. Sin embargo, se trata de un juego de un tipo muy especial. Es un juego con las fuerzas originales del cosmos, con las leyes regulares de la manifestación.


Habitualmente notaremos cuándo es suficiente En general, dos o tres minutos de visualización son más que suficientes. No pretendemos sobrecargar nuestros chakras, sino activarlos armónicamente. De forma que cuando hayas visualizado lo más claramente posible esa esfera de luz roja ardiente durante unos minutos en el lugar adecuado, ve dirigiendo tu atención suave y lentamente hacia el segundo chakra.


Se encuentra a un palmo y algo más por debajo del ombligo. Aplica ahí otra vez un sutil impulso cromático, pero esta vez de color naranja claro. Y otra vez este punto luminoso de color naranja irá haciéndose paulatinamente más trasparente, más claro, más grande y más radiante. Intenta también percibir ahora con tus ojos interiores esta hermosa y luminosa esfera de color con la mayor claridad posible, e intenta mantener la imagen el mayor tiempo posible. Todo ello se realiza sin gran esfuerzo, puesto que cuanto más natural es el proceso, tanto mejor. Cuanto más transparente y clara sea tu imagen, tanto más eficaz será el ejercicio. Y cuando te parezca que ha sido suficiente, pasa con toda lentitud al siguiente centro, al chakra del plexo solar, que está situado aproximadamente dos dedos por encima del ombligo. Aquí tu esfera de color irradiará una luz luminosa color dorado.


Al cabo de algunos minutos pasa con suavidad y sin esfuerzo al chakra cordial. Aquí nuestra esfera luminosa es de dos colores: rosa en el interior, con una corona verde claro en el borde. Percibe muy claramente estos colores y disfruta de su belleza durante unos instantes, hasta que se instaure un sentimiento de satisfacción y puedas continuar con alegres expectativas.


Algo más arriba, en la zona del chakra del cuello, visualizamos una nueva esfera luminosa de un azul claro radiante. Tampoco te sientas aquí forzado por nada; ve avanzando siempre según tu propia medida interior, sin exagerar, pues en este ejercicio debes sentirte siempre bien.


Y el viaje cromático a través del sistema de los chakras continúa: ahora nos encontramos por encima de la base de la nariz, delante de la frente. También aquí aplicamos primero un pequeño impulso cromático, esta vez de un profundo añil, y también aquí se desarrollará a simple vista una magnifica esfera de color radiante. Intentamos fijarla ante nuestro ojo interior lo más claramente posible. En este momento lo único que cuenta es la esfera radiante de color añil.


Y, para finalizar, el chakra coronal, de colores violeta y oro; la culminación de nuestro ejercicio. Visualizamos nuestro impulso cromático en el punto más elevado, en el centro y encima de nuestra cabeza. Y también aquí se desarrollan a partir de la pequeña chispa luminosa unos rayos dorados con luz violeta cada vez más claros. Tal vez esta luz brille con más magnificencia que ninguna de las otras. Es un sentimiento maravilloso y exaltador el ser iluminado por esta corona luminosa. Dejamos que los rayos de esta luz iluminen todo el espacio hasta perderse en la lejanía.


Así hemos hecho irradiar a los siete chakras, y permanecemos todavía un tiempo en silencio antes de volver a abrir los ojos lentamente. Para esta meditación precisaremos aproximadamente 20 minutos.


Si a continuación escuchamos a nuestro interior, constataremos que estamos tranquilos y equilibrados, pero al mismo tiempo fuertes y llenos de fuerza interior y jovialidad, abiertos y protegidos, en nuestro centro y sin levantar los dos pies de la tierra. Nuestro espíritu ha abierto y equilibrado nuestros centros energéticos por medio de la vibración cromática visualizada. Así somos amos de nuestro cuerpo físico, y también de nuestro cuerpo no material.


Esta meditación es, efectivamente, una de las posibilidades más asombrosas para autosanar y armonizar cuerpo, espíritu y alma. En la mayoría de los casos, esta vía es mucho más rápida que acudir a la farmacia, y además es un camino natural que podemos recorrer tranquilamente dos veces al día.


Naturalmente, esta visualización cromática puede ser complementada con otras formas de terapias con chakras, como la terapia por el sonido, la aromaterapia, los ejercicios respiratorios, etc.


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