La mente como herramienta de sanación

El primer paso para cualquier curación es tener claras dos ideas:


Primera: tú debes querer tu propio bienestar, alegría y felicidad.


Segunda: para conseguirla debes actuar de acuerdo con esta idea y realizar un ejercicio de voluntad, de forma que tus actos sean coherentes con tu compromiso de evolución, mejora y crecimiento.


Nuestro Yo Superior, que pertenece al mundo de lo espiritual y lo divino, respeta profundamente nuestro libre albedrío y comienza a hacer realidad cualquier imagen que creamos en nuestra mente, con la finalidad de que cumplamos la misión para la que nos hemos manifestado en el plano físico; de esta forma nosotros mismos estamos continuamente creando nuestra propia realidad y configurando nuestro futuro.


Pero el problema está en que esta ley universal funciona en los dos sentidos, tanto en lo positivo como en lo negativo. Por ello debemos ser conscientes del poder de las imágenes mentales y de las palabras y tener presente que cada una de ellas son semillas de una realidad próxima que comenzamos a configurar porque nosotros lo queremos así.


La importancia de seguir los mensajes internos. Cualquier malestar o enfermedad física se manifiesta con anterioridad en los planos energéticos porque nuestro Yo Superior, que todo lo sabe, nos advierte con anticipación que algo no marcha bien, y percibimos estos avisos y mensajes internos como señales sutiles e intuitivas que nos intentan comunicar que existe una disfunción energética que está provocando desarmonía en nuestros cuerpos energéticos y que debemos prestar atención a la causa de esa perturbación.


Pero generalmente estamos demasiado ocupados y no prestamos la suficiente atención a estos mensajes que nos sugieren que debemos moderar el ritmo, cuidar nuestra alimentación, hacer más ejercicio y aumentar nuestro amor hacia nosotros mismos y hacia los demás; y al ignorar estas advertencias, seguimos aumentando la desarmonía energética en nuestro ser y acumulamos estrés y bloqueos energéticos, produciéndose así el caldo de cultivo idóneo para la aparición de un miasma que es un estado de desarmonía y desequilibrio energético, propicio para que se desarrolle la enfermedad física o emocional.


Al no hacer caso de nuestras señales internas, porque normalmente estamos demasiado ocupados, favorecemos la aparición de estos desequilibrios que son los gérmenes de futuras enfermedades.


Normalmente, estos estados de desarmonía energética comienzan por la disfunción de uno o varios chakras, que a su vez afecta a los órganos y glándulas que regula; por ello, si experimentamos físicamente estrés en algún área concreta de nuestro cuerpo, generalmente nos indica que el chakra asociado está realizando mal su función de intercambio y de regulador energético y entonces podemos realizar un tratamiento Reiki con un equilibrado de chakras, insistiendo en el chakra afectado, transmitiéndole la energía universal suficiente para reactivarlo y devolverlo a la normalidad.


La salud es un libre fluir de la energía universal y del Amor. La energía universal transformada en energía vital por nuestros chakras, acompañada de una sensación constante de felicidad y satisfacción vital que nos produce la sintonía con la frecuencia vibratoria del amor que sentimos al dar y recibir cariño, amor, comprensión y compasión, y en este libre fluir de la energía y del amor, juega un papel determinante nuestra voluntad para realizar los cambios necesarios en nuestra vida, dejando atrás las actitudes, comportamientos, hábitos y esquemas de pensamiento y de actuación pasados que nos producían los bloqueos y obstaculizaban el flujo de la energía vital y entrando en el espacio del amor, del perdón, de la aceptación y de la armonía, aunque un obstáculo para ello lo constituye el ansia por el trabajo, la ambición, el poder, la avaricia, la codicia y el excesivo apego a las necesidades artificiales que nos vamos creando, desoyendo los mensajes de nuestro cuerpo y resistiéndonos al cambio que nos reclama nuestro Yo Superior que sabe.


El estrés daña. El estrés constante a que nos somete la vida cotidiana daña el sistema nervioso y el sistema inmunológico. Sometido a tensión, el hipotálamo activa la glándula pituitaria que comienza a segregar en exceso las hormonas que regulan el sistema endocrino, forzando a las glándulas suprarrenales a segregar adrenalina y corticosteroides, y si el nivel de cortisol es elevado durante un periodo de tiempo largo, se debilita el sistema inmunológico porque se reducen las células defensoras producidas por el timo y el nivel de interferón que nos defiende contra los virus.


El amor cura. Para penetrar en la vibración del amor, lo primero que debemos hacer es amarnos a nosotros mismos. «Amarás a Dios como a ti mismo»; pero nuestro crítico interno está sugiriéndonos constantemente que no somos lo bastante buenos, lo que nos lleva a sentir infelicidad e insatisfacción y disminuye la alegría en nuestros actos cotidianos y en nuestras relaciones con los demás, a los que valoramos de forma tan baja como a nosotros mismos.


Pero en cuanto comenzamos a introducir el amor en nuestra relación con nosotros mismos y con los demás, comienza una mejoría constante en nuestra vida y en nuestra salud y aumentan nuestra alegría de vivir, nuestra felicidad y la satisfacción por todo lo que hacemos.


La necesidad de manifestar tus sentimientos. Cuando manifiestas tus sentimientos, abres el paso a la libre circulación energética en tu organismo, y, por ello, cada vez que te reprimes a ti mismo, estás cerrando el paso a tu esencia energética y estás muriendo un poco; y muchos pocos hacen un mucho.


Cuando reprimes un sentimiento o no te atreves a manifestar o a pedir algo, o dices sí cuando quieres decir no, en definitiva, cuando no eres sincero con lo que sientes, se produce una desarmonía en el libre fluir de tu energía vital que te va «secando» un poco más y te vas volviendo menos real y auténtico.


Pero como la energía no se destruye, sino que se transforma, estos sentimientos reprimidos se convierten en energía negativa e impura, y de esta manera vamos creando en nosotros mismos un grano de estrés tras otro, que se van convirtiendo en bolas de energía negativa que se anclan en nuestras capas de aura en forma de bloqueos energéticos que se manifestarán posteriormente como desajustes emocionales o enfermedades.


Sé auténtico.
Sé tú mismo.
Disfrutarás más y te sentirás más satisfecho y pleno.
De este modo podrás reflejarlo sobre todos los demás.

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