Es hora de que conozcas los numerosos venenos que tomas, inhalas o recibes desde fuera a través de tu cuerpo habitualmente y lamentablemente sin saberlo, y que atentan gravemente contra tu salud y tu belleza.
Esos tóxicos afectan a tu juventud al acelerar el envejecimiento; a tu belleza, al deteriorar la vitalidad de tu piel; y a tus tejidos. En definitiva, acortan tu vida y son sin duda origen de procesos malignos y del deterioro general de tu organismo.
Te alertamos sobre tu entorno más íntimo (lo que comes, lo que respiras y el mundo en el que te mueves), no para pintarte un paisaje apocalíptico, sino para que, en legítima defensa, intentes minimizar los riesgos y aislarte tanto como puedas. No sólo tu juventud y tu belleza, sino cosas más importantes están en juego, como preservar la salud…
Los alimentos desde su cultivo, desarrollo animal, manipulación en la fabricación o envasado están sometidos a riesgos contaminantes. Los contaminantes tóxicos persistentes (CTP) y los contaminantes orgánicos persistentes (COP), actúan en el inicio de la cadena alimentaria en el mundo vegetal y se transmiten a los animales y a través de ambos a los humanos.
Los CTP tienen una larga prevalencia, ya que se fijan en los tejidos grasos y en los órganos y tienen un efecto acumulativo. Los contaminantes son muy variados y afectan a diferentes alimentos:
● Compuestos orgánicos y abonos agrícolas, presentes especialmente en la leche entera, la mantequilla, grasas y aceites animales, cereales y leche humana.
● La hormona del crecimiento bovina (rBGH), que se inyecta a las vacas para producir más leche y que puede activar factores de crecimiento de células tumorales en el hombre.
● Plomo: en leche, carne fresca enlatada, riñones, cereales, frutas en conserva, condimentos, zumos de frutas, alimentos de bebés, refrescos, vino y agua envasada.
● Cadmio: en riñones, moluscos, crustáceos y cereales.
● Cromo y mercurio: en pescados y mariscos, en general en productos del mar.
● Aluminio de los envases y algunos medicamentos. Su exceso se relaciona con el cáncer de vejiga.
● Aflatoxinas: en leche, productos lácteos, huevos, maíz, cereales, cacahuetes, almendras, nueces, higos secos, especias y condimentos.
● Ocratoxina A: en trigo, cereales y carne de cerdo.
● Patulín: en manzanas y sus zumos.
● Fumonisins: en el maíz.
● Diazinon, fenitrotion, malathion, parathion, metil parathion, metil pirimiphos, chlorpyrifos: en cereales, vegetales, frutas, agua potable…
● Ditiocarbamatos: en cereales, vegetales, frutas, agua potable…
● Radionucleidos (Cs-137, Sr-90, I-131, Pu-239): en cereales, vegetales, leche y agua potable.
● Nitratos y nitritos: en vegetales, agua potable…
A esta lista todavía debemos añadir como sospechosos, aunque estén homologados, la casi infinita cantidad de productos químicos que se emplean en la industria alimentaria, como aditivos, emulgentes, correctores de aroma, colorantes, conservantes, etc., cuyos efectos sobre la salud todavía son dudosos.
CONTRAMEDIDAS
Varía tu alimentación continuamente y toma todo tipo de alimentos. Conseguirás reducir la acumulación de tóxicos y darás tiempo a tu organismo a eliminar los anteriores.
Localiza proveedores de productos biológicos, cada vez más abundantes. Extrema tu higiene y el lavado de frutas y verduras para eliminar al máximo los contaminantes químicos.
Lee con cuidado las etiquetas y comprueba todos los aditivos.
Contaminación de las Aguas
¿Bebes agua del grifo? Si es así, enhorabuena. Lamentablemente en muchos lugares no se puede hacer. La contaminación química por vertidos de los más diversos orígenes pone a prueba los sistemas depuradores. En algunos países, éstos ni siquiera existen. Dos terceras partes de la población mundial no dispone de agua potable. Contaminantes parasitarios y bacterianos causan estragos.
En los países avanzados, la contaminación bacteriana por salmonella o E. colli es frecuente, recientemente se han descrito nuevos procesos infecciosos por gérmenes que antes no habían sido valorados, como el Campilobácter o la Listeria.
El Entorno
El aire que respiras, sobre todo en las ciudades, se produce en interiores la mayor parte del tiempo: pasamos en ambientes cerrados hasta el 80 o 90% de nuestro tiempo, y estos lugares están plagados de contaminantes.
La calidad del aire en los edificios (Building airquality o BAQ) es un nuevo enfoque que busca, a través de la ventilación y la climatización, evitar la concentración de contaminantes en los ambientes interiores.
El síndrome del edificio enfermo, el del edificio hermético que no intercambia aire con el exterior y se carga de iones perjudiciales, los acondicionadores de aire con un mal mantenimiento… generan ambientes muy agresivos, que provocan dolor de cabeza, fatiga, picor de ojos, irritación de la piel, congestión nasal, sequedad de mucosas, náuseas, sensación de malestar, alergias… Entre las consecuencias a largo plazo se encuentran el cáncer de pulmón, las cardiopatías isquémicas, las enfermedades respiratorias y otras que afectan a la infancia.
Los contaminantes más frecuentes del ambiente urbano son los siguientes:
● Agentes físicos, como las radiaciones, la electricidad estática y el radón (presente en casi todos los tipos de suelo, incluso en la roca y el agua). El radón se mueve hacia arriba, a través del suelo, hasta el aire que respiramos y el agua con la que nos duchamos.
● Químicos: dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, ozono, partículas en suspensión, monóxido de carbono, compuestos orgánicos, plomo, óxidos de nitrógeno, etc…
● Biológicos: microorganismos como ácaros, bacterias y esporas de los hongos.
Como consejo, procura compensar tu estilo de vida con actividades al aire libre, sobre todo los fines de semana: aprovecha para darle a tu cuerpo una buena dosis de vida sana.
Entre tus agresiones más próximas y cotidianas tienes una que desde hace algunos años se ha hecho diaria y extraordinariamente agresiva: el teléfono móvil. Son emisores y receptores de radiaciones dañinas. Hasta qué punto no está claro todavía, pero existen estudios sobre el incremento de tumores cerebrales en la zona temporal de predominio en el lado derecho, si bien existen otras investigaciones que lo desmienten.
Hay muchos elementos que están ahí fuera, amenazando no sólo tu belleza, sino aquello que la sustenta: tu salud. ¡Tenlo presente!