Séptimo chakra Misión y funcionamiento

El chakra de la coronilla está asociado a las partes de la conciencia relacionadas con la unidad o la separación y, del mismo modo que el chakra raíz muestra nuestra conexión con la madre tierra, este chakra muestra nuestra conexión con el cosmos.


Se relaciona con nuestra conexión con nuestro padre biológico. Después se transforma en un modelo para nuestra relación con la autoridad, y llega a ser el modelo de nuestra relación con Dios, para los creyentes.


Cuando hay un sentimiento de separación de nuestro padre biológico, la persona cierra este chakra y el efecto que causa en la conciencia es un sentido de aislamiento y soledad, como si estuviéramos en el interior de una ostra, y tuviéramos dificultad para ponernos en contacto con la gente que está en el exterior.


El chakra coronal es donde se asienta la perfección suprema del hombre. En algunos escritos legados por la tradición se representa en vilo sobre la cabeza del hombre. Brilla con todos los colores del arco iris, pero el color predominante es el violeta. La flor exterior del chakra consta de 960 pétalos. En su interior se encuentra una segunda flor de 12 pétalos, que irradia luz blanca entreverada de rayos dorados.


De forma similar a como la luz incolora reúne todos los colores del espectro, en el chakra supremo se reúnen todos las energías de los centros inferiores. El chakra coronal es la fuente y el punto de partida para la manifestación de todas las restantes energías de los chakras. Aquí estamos unidos con el ser divino sin atributos y amorfo, que contiene en sí todas las formas y atributos no manifestados.


Es el lugar en que nos encontramos como en casa: desde aquí partió nuestro viaje hacia la vida, y aquí regresamos al final de nuestra evolución. Aquí vivimos y nos experimentamos a nosotros en Dios, nos hemos hecho uno con el origen divino del que procedemos. Nuestro campo energético personal está fundido con el campo energético universal.


Todo cuanto captamos, primero intelectualmente y después intuitivamente, adquiere ahora una comprensión completa. El conocimiento que obtenemos a través del chakra coronal va más allá aún del que nos proporciona el tercer ojo, puesto que ya no estamos separados del objeto de la percepción. Vivimos las diferentes manifestaciones de la creación, entre las que también se encuentra nuestro cuerpo, como un juego de la consciencia divina con la que nos hemos unificado.


La vía para el desarrollo del chakra supremo está indicada someramente por la radiación violeta. El violeta es el color de la meditación y de la entrega. Mientras que en la activación de los seis centros energéticos inferiores podíamos influir de forma concreta, aquí sólo podemos abrirnos y convertirnos en receptáculo.


Mediante el despliegue del séptimo chakra se disuelven también los últimos bloqueos limitadores de los restantes chakras, y las energías comienzan a vibrar con las frecuencias más altas de que son capaces. Cada chakra se convierte en un espejo del ser divino en su plano especial, expresando así el potencial supremo de que dispone.


Tan pronto como el chakra coronal está completamente despierto, su misión, recibir las energías cósmicas, ha concluido. Ahora es él mismo el que emite energías. Para ello el «cáliz de la flor» se abomba hacia fuera y compone una corona sobre la cabeza.


Funcionamiento armónico


En el séptimo chakra no existen bloqueos en sentido real. Únicamente puede estar más o menos desarrollado.


Cuando el chakra coronal comienza a abrirse, vivirás instantes cada vez más frecuentes en los que la separación entre tu ser interior y la vida exterior se anula. Tu conciencia está completamente en calma y distendida, y en esa calma vives tu auténtica esencia como el ser puro omnipresente, en el que existen todas las cosas.


A medida que se va desplegando el chakra coronal es más frecuente la aparición de estos momentos, y cada vez se experimentan con más claridad, hasta que se convierten en una realidad permanente. Cuando tu ser esté maduro para ello, esta iluminación definitiva puede aparecer súbitamente, y no existe camino de regreso en tu evolución. Tienes la sensación de haber despertado de un largo sueño y de estar viviendo la realidad sólo ahora. En tu camino hasta allí te has convertido en un recipiente vacío, en cuyo receptáculo vacío se ha vertido el ser divino hasta ocupar su último rincón. Ahora sabes que esto es tu auténtica esencia, la única realidad permanente. Tu «yo» individual se ha convertido en el «yo» universal: En tu actuación realizas la intención del creador, y la luz que tú irradias abre el corazón de todos los seres que son sensibles a la presencia divina. Si ahora quieres saber algo, no necesitas más que dirigir tu atención a ello, puesto que todo existe en ti en el ser divino con el que te has hecho uno. Así, la creación es un juego que se consuma en la infinitud de tu propia conciencia.


Conoces que incluso la materia sólida no es otra cosa que una forma mental en la conciencia divina, y que como tal no existe en el sentido auténtico. Todo lo que has considerado real se convierte en una ilusión. Vives el vacío máximo: pero este vacío es idéntico a la plenitud máxima, puesto que es vida en su esencia pura. Y esta esencia divina de la vida es pura felicidad.


En los años en que, debido a los ciclos vitales, existe una apertura especial para las energías del chakra coronal, recibes la oportunidad de adquirir en el marco de tu anterior evolución una profundidad de conocimiento y una totalidad que hasta entonces no te parecía posible. Las meditaciones y los sentimientos de entrega a Dios pueden darte más que en ningún otro momento intuiciones de tu origen divino y provocar vivencias de la unidad. De forma que deberías aprovechar esta oportunidad para ir hacia el interior más que nunca.


Es interesante el hecho de que las fontanelas de un bebé continúen abiertas desde los primeros 9 a 24 meses de vida. En la primera época de su existencia terrenal, lo niños continúan viviendo en la conciencia de una unidad indivisa.


La armonía de Sahasrara engendra inspiración, flexibilidad, apertura de miras, afición a la espiritualidad, facilidad verbal, capacidad de enseñar, respeto de uno mismo y buen sentido de la orientación. El chacra coronal recibe la fuerza divina, nos abre las puertas de la conciencia cósmica, nos permite liberarnos de la mente y del ego, del cuerpo físico y de las realidades materiales y emocionales. Permite superar prejuicios asentados, creencias y esquemas acumulados por el sistema educativo.


Repercusiones de un séptimo chakra predominantemente cerrado


La apertura y armonización de los chakras puede transmitirnos una gran plenitud de conocimiento, experiencias y capacidades. Pero sin la apertura del chakra coronal siempre tendrás la sensación de separación de la plenitud del ser, y por ello no estarás totalmente libre de la angustia. Por esta angustia, en los chakras se seguirá manteniendo un resto de bloqueos residuales. Los chakras no podrán desplegar toda la amplitud de sus posibilidades, y las energías individuales no vibrarán en perfecta consonancia con la intención del creador, y, por lo tanto, no habrá plena armonía entre ellas.


Si en los años en los que se va aproximando la evolución del chakra coronal no te abres a las verdades espirituales, en esa época pueden aparecer sentimientos de inseguridad y desorientación. Deberías interpretarlo como una llamada de atención para mirar más hacia el interior. Probablemente también tomes conciencia de una cierta falta de sentido de tu vida anterior.


La angustia ante la muerte puede aparecer igualmente con más claridad en tu conciencia. Tal vez intentes suprimir estos sentimientos corrosivos refugiándote en un buen número de actividades o cargando sobre ti nuevas responsabilidades, para probar que eres imprescindible. Pero ocurre con no poca frecuencia que las personas en este estadio atraen hacia sí una enfermedad que les obliga al reposo. En caso de que no prestes atención a los mensajes, probablemente en tu vida posterior te quedarás estancado en las exterioridades y en las limitaciones de tu «yo» personal.


Virtudes para desarrollar la armonía de Sahasrara


Delicadeza, contribución al bienestar de la comunidad, adquisición e integración del conocimiento y humildad, incluso en posición de liderazgo.

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