Chakra Sahasrara, chakra coronal, también denominado centro de la coronilla, flor de loto de mil pétalos o la Décima Puerta.
El séptimo chakra se encuentra situado en el punto supremo, encima de nuestra cabeza y en el centro. Se abre hacia arriba.
Sentido de giro en el hombre: hacia la derecha. Sentido de giro en la mujer: hacia la izquierda.
Color: violeta, también blanco y oro.
Símbolo: flor de loto de mil pétalos.
Palabras clave: intuición, ser, vastedad, infinito.
Principio básico: ser puro.
Correspondencias corporales: cerebro.
Glándulas correspondientes: glándula pineal (epífisis). Las influencias de la epífisis no se han esclarecido del todo científicamente. Con gran probabilidad influye en la totalidad del organismo. Cuando falla esta glándula se produce una madurez sexual prematura.
Correspondencias astrológicas: Capricornio/Saturno: intuición, concentración en lo esencial, penetración de la materia con luz divina. Piscis/Neptuno: disolución de los límites, entrega, unificación.
Simbología: extremaunción, don de terminar con todas las experiencias del pasado y orientarse completamente al presente.
Arquetipos relacionados con Sahasrara: general, líder, jefe o director.
Así como el sexto chakra está asociado con la luz sutil, el séptimo chakra está asociado con el sonido cósmico. Ahí, cuando se despierta la percepción, es como si escucharas el ruido ensordecedor de miles de truenos estallando simultáneamente. Los videntes antiguos intentaron captar ese sonido en el gong. Si escuchas el gong con toda atención, todos tus nervios se estiran hasta su límite. La percepción del cuerpo y la imagen del cuerpo se disuelven en un flujo de sinestesia, un complejo de sensaciones provenientes de varios sentidos a la vez. Ante esa presión, tienes la opción de soltarte y entregarte a la experiencia o contraerte y salir de ella.
La apertura del séptimo chakra tiene una condición clave: la humildad, la entrega, la capacidad de postrarse ante el Infinito. Por esto, en muchas tradiciones, las personas suelen inclinarse o postrarse ante la divinidad. El tope de la cabeza se inclina hacia la tierra y, al hacer este movimiento, la atención, la sangre, la circulación y el prana se concentran en el séptimo chakra y la persona se siente abierta y fortalecida.
Cuando alguien no abre adecuadamente el séptimo chakra, la función psíquica que puede haber surgido ya de su tercer o sexto chakra, podría causarle problemas. Sin humildad, disponer de información desconocida puede dar como resultado un ego espiritual. Ésta es una de las razones por las que Yogui Bhajan suele decir: «Que Dios me proteja de los psíquicos. Ellos contaminan y diluyen mi fe», refiriéndose al mal uso del nivel más alto que podemos alcanzar para percibir y funcionar por medio de la intuición, con todos los chakras abiertos.
Cuando alcanzas ese estado, fluyes espontáneamente y con certeza en tu ritmo con el universo. Muchas personas se detienen antes de alcanzar ese estado, se sienten satisfechas con sus poderes psíquicos, que son una gran tentación de poder personal. Por ello muchas tradiciones advierten que no es recomendable buscar el poder por el poder mismo. Se podría completar esa frase con la siguiente: «Puedes estar tan loco en el reino astral como lo estás en la tierra, la diferencia es que entonces tendrás más planos para actuar tu locura».
Algunas personas que, en la medida en que su sexto chakra se va abriendo, perciben a los espíritus, asumen que toda la información que reciben de los planos sutiles es verdadera. Esto no es así. El hecho de que una persona haya muerto no significa que haya logrado superar su ego. Así que toda la información y la fuerza que recibes en ti cuando se fortalecen tus chakras inferiores y se va abriendo tu sexto chakra, también debe ser integrada en armonía y sintonía con el Todo. Esto se logra cuando funcionan armoniosamente y en combinación el cuarto y el séptimo chakras.
Sahasrara mira hacia el cielo porque no está en el cuerpo físico. Se concentra en establecer una conexión con el universo, es el creado y destructor de la materia. Interviene directamente en la antimateria, en el proyecto de nuestra existencia material, es el punto de transformación de toda la materia en energía.
El chakra coronal permite aprehender el mundo de manera holística y vivir en el presente. La conciencia en Sahasrara es un estado en el que no hay retraso ni duda porque nuestras intenciones se plasman al instante. Es el estado de conciencia más elevado donde todo es más fácil y ligero porque los actos se crean con la antimateria y no con el imperativo de la lógica y el intelecto cartesiano.
En Sahasrara creamos valores como la valentía, el compromiso humanitario, la honradez, el amor incondicional, la fe indestructible en la fuerza de la naturaleza y las leyes del universo. Desarrollamos la capacidad de comprender, de descifrar las lecciones de la vida en el pasado para transformarlas en potencial constructivo. Nos permite salir del karma condicionado por nuestra educación parental, por nuestro entorno cultural, social o geográfico. Nos ayuda a ser conscientes de nuestra personalidad y nos avisa si la rechazamos o la delegamos. Si desdeñamos el verdadero yo, el universo nos envía repetidas señales para enderezar la situación.
Los trastornos de Sahasrara surgen cuando nos oponemos a percibir los mensajes del universo, cuando nos empeñamos en creer que tenemos razón, cuando nos estancamos en nuestros esquemas y creencias educativas y socioculturales, cuando dudamos de la fuerza divina, valoramos más nuestra capacidad intelectual que la espiritual, cuando nos oponemos a vivir la realidad, cuando adquirimos hábitos que no nos gustan y no tratamos de cambiarlos.
La fuerza de Sahasrara reside en el hecho de que podemos liberarnos de nuestras proyecciones, de nuestras creencias e ideas negativas y podemos transformarlas en visualizaciones y afirmaciones positivas.
Cuando estamos conectados con el espíritu, podemos reconocer la injusticia, percibir los desequilibrios de nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestras costumbres familiares y socioculturales.
Además, podemos percibir la perfección en la creación y experimentar este estado de alegría y júbilo absolutos. Cuando observamos el amanecer o cuando sostenemos un bebé en nuestros brazos, nos sumergimos por un breve lapso de tiempo en Sahasrara.