Exfoliación y Expoliantes: Recetas Caseras

En muchas culturas, la piel es un símbolo de belleza. Sin embargo, debido a la contaminación, el estrés y la acumulación de impurezas, nuestra piel se vuelve opaca, apagada. Algunos hábitos regulares, como la exfoliación, devuelven a la piel su luminosidad natural.



En todo momento la piel de nuestro cuerpo se regenera: las células mueren y son reemplazadas por células nuevas. Día tras día, minuto tras minuto, nuestra epidermis se renueva.


Este proceso sería perfecto si las células muertas no permanecieran unidas a la superficie de la epidermis. Para deshacerse de ellas, nuestra piel necesita un poco de ayuda: una «exfoliación» o un «exfoliante», es decir, un cuidado que consiste en eliminar por fricción las células muertas de la superficie de la epidermis.


Todo el mundo quiere verse bien: un cutis luminoso, una piel limpia, visiblemente suave, como «nueva». Sin embargo, las células muertas en la superficie de la piel la opacan, como un triste velo gris. Si eliminamos este velo, redescubriremos una piel más bella y un cutis más radiante.


La exfoliación tiene además otros intereses importantes: ayuda a destapar los poros y, por lo tanto, promueve la evacuación del sebo. Es un gesto que ayuda a combatir pequeñas imperfecciones de la epidermis, que pueden ser el origen de las antiestéticas espinillas y puntos negros. Por último, la exfoliación estimula la regeneración celular, que tiende a disminuir con el tiempo. El exfoliante ayuda a la piel a oxigenarse mejor.


La Exfoliación Facial, ¿Cómo?


¡Suavemente! La piel de la cara es frágil, no podemos maltratarla. Por el contrario, debemos cuidarla con una rutina adecuada y productos para su cuidado cuidadosamente elegidos.


Debes saber que existen dos sistemas de exfoliación: mecánico (por fricción) y químico (por aplicación de un producto que disuelve las impurezas). Nos enfocaremos en exfoliaciones mecánicas: con cremas o geles exfoliantes que contienen pequeñas partículas abrasivas que actúan por fricción.


Elije un producto exfoliante específicamente diseñado para la piel del rostro, que es más delicada: no uses un exfoliante corporal, que resulta demasiado abrasivo.


¿Con qué frecuencia?


Si bien la exfoliación es útil para reavivar el resplandor de la piel y atrapar las células muertas y otras impurezas incrustadas, es recomendable no practicarla con demasiada frecuencia.


Si la sensación de una piel limpia es de lo más placentera, es igualmente cierto que la exfoliación excesiva puede provocar el desprendimiento del acné, por ejemplo. En estos casos el problema se agrava y ocasionalmente la piel se reseca, lo que conduce a una producción excesiva de sebo como respuesta defensiva.


También se puede desarrollar una fuerte sensibilidad, debilitando la epidermis. Por lo tanto, se recomienda dejar pasar una semana entre dos aplicaciones, en caso de pieles mixtas y grasas, y dos semanas si la piel es seca o sensible. Sin embargo, no escatimaremos en la eliminación de maquillaje y la limpieza diaria.


Los peelings son menos recomendables en verano, ya que la piel necesita aumentar el espesor para protegerse del sol, lo que promueve la aparición de manchas. Si elegimos exfoliar, deberemos prestar atención al momento: mejor por la noche, para permitir que la epidermis se regenere durante las horas de descanso.


Después del exfoliante, nos aplicaremos una crema hidratante, y al día siguiente la protegemos con una crema solar de alta protección.


También es aconsejable exfoliar la piel antes de la depilación.


Si una crema hidratante, que contiene ingredientes activos, puede rehidratar la piel tras la exfoliación, lo ideal sería aplicar previamente una mascarilla, que más allá de la hidratación, mejorará la condición de la piel y la protegerá de las agresiones externas. Si no tenemos tiempo o motivación para aplicarnos la mascarilla, evitaremos en cualquier caso saltarnos el paso de la hidratación. Nuestra piel nos lo agradecerá.


5 Pasos para una Buena Exfoliación


Antes de comenzar la exfoliación facial, recuerda que el objetivo es eliminar las células muertas en la superficie de la epidermis y, sobre todo, ¡no dañar la piel!


• Humedece el rostro, de esta forma la fricción será menos agresiva.


• Coloca un poco de producto exfoliante en la yema de los dedos y comienza el tratamiento facial. Frota suavemente la piel, sin estrés, realizando movimientos circulares ligeros en la zona que deseas tratar y evitando la delicada piel del contorno de los ojos. Las zonas de mayor hincapié serán la nariz, la frente y el mentón (zona T).


• Sé breve: el tratamiento no debe durar demasiado, para no dañar la piel.


• Enjuaga con abundante agua fría para apretar los poros.


• ¡Hidrata! Una vez que hayas concluido la exfoliación, no te detengas ahí: es sólo una parte de la rutina para mantener la piel radiante y bella. Tu piel se debilita temporalmente porque carece de su barrera protectora natural: la película hidrolipídica (cuya función es mantener una buena tasa de hidratación de la piel, lo que ayuda a proporcionarle suavidad y flexibilidad). Con la exfoliación eliminas esta película protectora, por lo que es imprescindible tratar la piel con una crema humectante. Con este gesto proporcionarás a tu piel suavidad y elasticidad.