Abre tus chakras

«ABRE TUS CHAKRAS»


Fuente: La revista integral


«La teoría de los chakras es una auténtica medicina psicosomática. Muestra cómo a través de distintas prácticas se puede lograr la armonía entre el cuerpo y la mente», (por Natalia de la Torre).


La imagen de los chakras ha sufrido de abuso por parte de los terapeutas new age, que mediante técnicas más o menos coloristas y cuatro ideas exóticas hilvanadas, prometen llegar a los centros de control más sutiles del ser humano. La traducción de los conceptos orientales al lenguaje occidental, sin contextualizarlos, provoca esa sensación de voladura que hace fruncir el ceño a los intelectos rigurosos. El espectáculo new age ha ocultado que la teoría de los chakras forma parte de una tradición milenaria con su propia coherencia.


Hablar con conocimiento de causa sobre los chakras exige estudios extensos, y emplearlos en una sala de consulta, mucha mesura y sensatez. No obstante, los chakras no son propiedad de eruditos y profesionales. Cualquier persona interesada en ir más allá de los atlas de anatomía occidentales, puede encontrar en la teoría de los chakras un terreno fértil para ampliar y enriquecer el autoconocimiento. Incluso puede atreverse a probar ejercicios como los que proponemos en este artículo.


La palabra «chakra» viene del sánscrito ‘cakram’, que significa «rueda» o «círculo» y hace referencia a cada uno de los siete vértices energéticos situados en el «cuerpo simbólico» (linga sharira) o la «forma del deseo» (namarupa). Su función es la recepción, acumulación, transformación y distribución de la energía vital o prana. Esta energía influye sobre el equilibrio mental, emocional y físico.


Los chakras están alineados de manera ascendente desde la base de la columna vertebral hasta la parte superior de la cabeza. En las prácticas contemporáneas, a cada chakra se le asigna un color y son visualizados como flores de loto con distinta cantidad de pétalos. Este modelo de los chakras es el del tantra shakta y ha sido adaptado en el budismo tibetano como la teoría vajrayana.


Correspondencias físicas


Los autores occidentales han querido ver una correspondencia de los chakras con las glándulas del sistema endocrino y con los plexos nerviosos del sistema nervioso autónomo. Por otra parte, quienes comparan tradiciones filosóficas encuentran similitudes entre los chakras y las visiones del ser humano descritas por el esoterismo judío (kabbalah) y el sufismo islámico.


Los textos tántricos más antiguos describen diferentes modelos con cinco, seis, siete u ocho chakras, pero a lo largo del siglo XI se impuso el sistema de siete en las escuelas de yoga. En éste, los chakras se describen como energía que emana desde arriba, desde lo espiritual, y que gradualmente se hace concreta en el chakra más bajo, el muladhara. Ahí reside una energía –la kundalini– que puede movilizarse, elevándola a través de unos canales o nadis y pasando por los chakras hasta el sahasrara, sobre la cabeza. Cada chakra se asocia con determinadas funciones fisiológicas, emociones, elementos naturales o aspectos de la conciencia.


En el arte tántrico, los siete chakras tienen como símbolo una flor de loto distinta. Cada una muestra una combinación de colores y diseños simbólicos que informan de su asociación con determinadas divinidades, cualidades emocionales y morales –tanto negativas como positivas– y la afinidad con los elementos de la naturaleza, los sentidos o los sonidos. El yoga y la medicina tradicional india –ayurveda– entienden los chakras como un sistema dinámico.


Cuando hay equilibrio, la persona se siente físicamente bien, emocionalmente serena y espiritualmente realizada. La insatisfacción, en cambio, es síntoma de un desequilibrio, causado por los hábitos poco sanos, el entorno hostil o el estrés físico, psíquico o emocional. El desajuste puede obedecer a una situación de crisis pasajera o a acontecimientos que ocurrieron en el pasado y cuyas consecuencias se han cronificado con el tiempo. Por ejemplo, un niño cuya familia se mudaba cada año de casa puede sentir una falta de arraigo al lugar en la edad adulta que refleja un desarrollo insuficiente del primer chakra.


Existen multitud de medios para recuperar el equilibrio entre los chakras. Las combinaciones de ejercicios, respiraciones, meditaciones y mantras, como las que proponemos en este artículo, son comunes. Rudolf Steiner, fundador de la antroposofía, diseñó su propia y original práctica para desarrollar los chakras en el libro “¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?”.


Sahasrara


Simbolizado por un loto con mil pétalos, de color blanco o violeta, se localiza sobre la cabeza, fuera del cuerpo. Sahasrara o chakra corona controla los demás. Cuando un yogui consigue elevar su kundalini hasta su sahasrara, experimenta el samadhi, estado místico de Unidad. Desde el punto de vista fisiológico, su papel se parece al de la glándula pituitaria, que segrega hormonas para controlar el resto del sistema endocrino y que también se conecta con el sistema nervioso central a través del hipotálamo.


Ajna


Ajna o chakra tercer ojo, situado en el entrecejo y simbolizado por un loto de color índigo con dos pétalos, es el chakra de la mente. Cuando se sueña o se visualiza, se ve a través de ajna. También es el chakra del tiempo, la percepción y la luz.


Cuando está en equilibrio, se goza de facilidad para conectar con nuestra intuición. En cambio, cuando está bloqueado, es bastante frecuente que se experimente confusión, dolores de cabeza, lapsus de memoria, pesadillas y dificultad para concentrarse.


Se relaciona con la glándula pineal. Como es sabido, ésta produce la hormona melatonina, que regula los ciclos biológicos del sueño y la vigilia.


Visuddha


Vishudda o chakra garganta, simbolizado por un loto azul con 16 pétalos, está detrás de la capacidad para tomar decisiones correctas, pero también del crecimiento personal y de la expresión de las emociones y los pensamientos.


Se encuentra ubicado en el cuello y su bloqueo causa decadencia física. Por el contrario, si está abierto, las experiencias negativas se transforman en sabiduría. Se asocia con la glándula tiroides, que produce hormonas esenciales para el crecimiento y la maduración.


Anahata


Anahata o chakra corazón se relaciona con la compasión, el amor, el equilibrio y el bienestar, pero su bloqueo implica la caída en debilidades como la arrogancia, el engaño o la indecisión.


Es el chakra de la inteligencia emocional. Tradicionalmente, se simboliza con un loto verde de 12 pétalos.


Se relaciona con la glándula timo, que además de ser parte del sistema endocrino, también lo es del sistema inmunitario, pues produce los glóbulos blancos encargados de defender el organismo frente a los agentes patógenos.


Manipura


Está situado en la zona del ombligo. Un loto de diez pétalos, de color amarillo, simboliza el manipura o chakra plexo solar, que se relaciona con la asimilación y la digestión. Por lo tanto, es el chakra encargado de distribuir la energía o prana por todo el cuerpo.


En los terrenos emocional y mental, está asociado al dinamismo y a la fuerza de voluntad. Su ubicación y función se equiparan al del punto denominado tan tien de la medina tradicional china.


En el sistema endocrino, manipura parece asociado al páncreas y a las glándulas adrenales. Éstas, como es sabido, producen hormonas implicadas en la digestión y en la obtención de energía a partir de los alimentos.


Svadhisthana


Svadhishthana o chakra sacro, simbolizado por un loto naranja de seis pétalos, se localiza en el ombligo y se relaciona con la sexualidad y la creatividad. Es el chakra de lo inconsciente, de la capacidad para crear y para destruir. Es específicamente el centro del deseo sexual.


Está estrechamente vinculado al chakra inmediatamente inferior, muladhara. Las cualidades que se hallan dormidas en svadhishthana se expresan en muladhara. Está asociado a los testículos y a los ovarios, ya que éstos crean testosterona y estrógenos, hormonas involucradas en la reproducción y en el comportamiento sexual. También están relacionadas con cambios drásticos en el estado de ánimo.


Muladhara


Sigmund Freud relacionaba la racanería con el estreñimiento. No se hubiera sorprendido de saber que muladhara rige, tanto el deseo de poseer como la eliminación. Simbolizado por un loto de cuatro pétalos, de color rojo, muladhara o chakra raíz se asocia al instinto, la seguridad, la supervivencia y el potencial básico del ser humano.


Se localiza en el periné (el conjunto de músculos que controlan la región genital y anal). De esta musculatura depende la capacidad orgásmica. Según la teoría tántrica, aquí reside o duerme la energía kundalini, que espera ser elevada hasta la fuente superior donde tiene su origen. Muladhara es la base de donde parten los tres canales (nadis) principales de energía (ida, pingala y sushumna).

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