EJERCICIO 3. Incrementar la sensibilidad manual
Nuestras manos notan con facilidad las diferencias y los cambios de índole energética. Todos lo hemos experimentado de un modo u otro. Cuando tocamos a un individuo o le estrechamos la mano, por ejemplo, nos llevamos impresiones inequívocas de él. Nuestro sentido del tacto nos ayuda a sintonizar con la energía de la otra persona.
Una de las formas más efectivas de desarrollar la sensibilidad manual y ponerla a prueba, es el empleo de tarjetas didácticas de colores. Aquí nos limitaremos a usar los colores para incrementar nuestra sensibilidad. Recuerda que el color es una manifestación de la energía y que cada uno de ellos posee cualidades y características únicas.
1. Coge un conjunto de fichas de cartulinas de 85 x 125 mm y coloréalas por una cara utilizando rotuladores, ceras, lápices, etc. Emplea una ficha para cada color. En la otra cara de la ficha puedes enumerar algunas de las cualidades de su color correspondiente. Empieza por los colores del arco iris (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta).
2. Relaja tu mente. Realiza una relajación progresiva. Dedica unos instantes a estudiar las fichas una por una. Primero concéntrate en el color, y luego lee las características que has escrito por detrás.
3. Con los ojos cerrados, mezcla bien las fichas; luego asegúrate de que todas estén con la cara coloreada hacia arriba. Escoge una de ellas y ponle la(s) mano(s) encima, pero sin tocarla. Permanece relajado. Deja que tu(s) mano(s) sientan, concéntrate en el sentido del tacto. ¿Notas un poco de frío o de calor? Si la sensación es cálida, se trata de un color del espectro rojo/naranja; si es fría, es del espectro azul.
4. ¿Qué más notas o sientes al mantener la(s) mano(s) sobre la dicha coloreada? ¿Sabes quizá de qué color podría tratarse? ¿Sientes algún tipo de hormigueo? ¿Notas cualquier otra cosa peculiar en alguna parte concreta del cuerpo? Presta atención a todas las impresiones que tengas, por muy raras que puedan parecerte. Esos pequeños detalles te ayudarán con el tiempo a convertirte en un entendido en el campo del color y sus posibles efectos y aplicaciones.
5. Con la práctica, acabarás siendo capaz de identificar los colores por el tacto. Recuerda que estás trabajando con energías vibratorias muy sutiles; estás cultivando tu sensibilidad con el propósito de ir captando cada vez mejor los sutiles campos energéticos que te rodean.
EJERCICIO 4. Incrementar tu capacidad de proyectar la energía
Mediante este ejercicio demostrarás que puedes proyectar energías por las manos. Recuerda el axioma: «Toda la energía sigue al pensamiento». Donde ponemos nuestros pensamientos, allí se dirige nuestra energía. Si nos concentramos en un color, las emanaciones energéticas del cuerpo empiezan a cambiar a una frecuencia que resuene armónicamente con dicho color. Par comprobarlo, necesitarás un termómetro corriente.
1. Empieza por dedicar unos momentos a relajarte y concéntrate en tus pensamientos.
2. Dirige la atención a tus manos y frótatelas enérgicamente entre quince y treinta segundos. Eso activará los chakras y aumentará su sensibilidad.
3. Ahora coge el termómetro y sujétalo entre las manos. También puedes poner las manos a ambos lados del termómetro, a una distancia de unos cinco centímetros, si no quieres tocarlo.
4. Empieza a respirar despacio, rítmicamente. Al inspirar, siente cómo tu cuerpo se llena de una brillante y cálida energía roja. Trata de imaginarla como si fuera un fuego. Visualízala acumulándose en tus manos. Al espirar, siente cómo toda esa energía sale a chorros por tus manos y alcanza el termómetro. Visualiza, imagina, siente y proyecta. Imagínala como un calor rojizo que brota a raudales de tus manos y envuelve el termómetro. Sigue haciéndolo entre tres y cinco minutos más, y mira el termómetro para ver cuánto puedes subir la temperatura.
5. Ahora aparta las manos y visualiza como tanto ellas como el resto de tu cuerpo vuelven a la normalidad. Deja también que el termómetro se recupere y vuelva a marcar la temperatura ambiente.
6. A continuación, emprende otra vez la respiración rítmica. Al inspirar, siente cómo tu cuerpo se llena de una glacial energía azul. Siente cómo se acumula en tus manos. Al espirar, visualiza esa energía gélida y azul como un chorro que sale disparado y choca con el termómetro. Imagina, ve y siente cómo tus manos envían chorros de esa energía tan fríos como el cierzo. Hazlo sin parar entre tres y cinco minutos, y luego revisa el termómetro para ver cuánto has podido disminuir la temperatura.
7. Diviértete con este ejercicio y practícalo con frecuencia. Te demostrará una y otra vez que puedes dirigir y alterar las emanaciones energéticas de tus manos mediante el pensamiento, y te enseñará a proyectar vibraciones energéticas de frecuencia variable.
PRACTICAR EL TOQUE ETÉRICO
La sanación mediante el toque etérico opera con las energías sutiles que envuelven al cuerpo físico. Es una forma de sanación que no depende del contacto directo con el cuerpo humano, aunque en algunas ocasiones puede ser beneficioso.
Esta técnica terapéutica siempre se ha considerado más espiritual que material. Lo que sigue sin entenderse bien es cómo se produce en realidad el proceso curativo. Aun así, lo importante es reconocer que, cuando realizamos ciertos actos, se producen efectos específicos. Todos tenemos la capacidad de efectuar cambios en nuestras energías –tanto físicas como sutiles-, aun cuando no lo comprendamos en absoluto. Es una capacidad innata en todos nosotros, sin excepción. Lo que debemos descubrir y desarrollar son las técnicas que nos permitan despertar esa capacidad y encauzarla para nuestros fines.
Ten presente que la sanación siempre viene de dentro. Es el individuo quien se cura a sí mismo, no lo curas tú. Tú eres el catalizador y, como tal, le ayudas a estimular su propio sistema de recuperación. Pero la curación procederá siempre de su interior.
Antes de empezar a trabajar con alguien, debes saber muy bien qué es lo que vas a hacer con esta persona. Debes entender el proceso, así como las causas metafísicas de su malestar físico. No pretendas ser nada. Explícale cómo opera nuestro sistema energético. Realiza alguna prueba muscular con él para cerciorarte de la metafísica de su energía.
Nunca trabajes con otra persona si estás cansado o enfermo. Aunque es cierto que cuando te aplicas a la tarea de curar a otro, tú mismo acabas curándote y equilibrándote a tu vez. Hacerlo sintiendo fatiga o una enfermedad puede provocar bloqueos mentales y dificultar mucho la recepción de la energía curativa por parte del paciente.
El toque etérico consta de dos pasos. El primero es utilizar tu sensibilidad manual para evaluar las posibles áreas problemáticas del paciente. El segundo es dirigir la energía para efectuar una sanación o equilibrado.
La evaluación te ayuda a darte cuenta de en qué parte del campo energético de la persona –ya se trate del físico o del sutil- están los desequilibrios. Puedes detectarlo como un cambio de temperatura, una diferencia palpable (un aumento de presión o una sensación de blandura), etc. Lo importante en la evaluación es reconocer los cambios o las diferencias, por muy sutiles que parezcan.
La sanación consiste en proyectar energías específicas o de índole general para corregir desequilibrios. Puede requerir que dirijas la energía a través de determinados chakras y de sus sistemas fisiológicos, e incluso que envíes vibraciones sanativas por todo el cuerpo del paciente. Cada individuo es distinto, así que para trabajar con su energía, debes desarrollar tu confianza y procurar ser flexible, pero sin caer por ello en la ineficacia. Lo conseguirás con el tiempo y la práctica.
1. Lo primero que debes hacer es estar concentrado y relajado. Realiza una meditación o una relajación progresiva antes de empezar.
2. El paciente puede permanecer sentado, de pie o reclinado delante de ti; lo que a ambos os resulte más cómodo será lo que dé el mejor resultado. Frótate las manos enérgicamente durante quince o veinte segundos para activar los chakras de tus palmas.
3. Empieza por la parte delantera de tu paciente. Pon las manos a unos diez o quince centímetros de su piel; no importa por dónde comiences, aunque parece más natural hacerlo por la coronilla para luego ir bajando hasta los pies. Pon las manos una a cada lado del cuerpo y vete bajándolas despacio para recorrer cada región de su cuerpo. Toma nota de todo lo que experimentes (e incluso de lo que te imagines que experimentas). No pierdas el tiempo analizándolo: limítate a registrarlo mentalmente y sigue con lo que estás haciendo. Dedica de diez a quince segundos a cada parte del cuerpo.
4. Cuando hayas explorado con las manos toda la parte delantera de tu paciente, repite la operación por la parte posterior. Como antes, toma nota de todas tus impresiones (de todas las diferencias que percibas).
5. Cuando hayas completado la exploración de todo el cuerpo, retrocede y comprueba de nuevo cualquier zona de la que no estés seguro.
6. Ahora dedica unos minutos a hablar con tu paciente de lo que has experimentado, explicándole dónde has notado cambios al tacto. No sientas apuro y pregúntale todo lo que necesites para informarte sobre cualquier posible problema asociado a esas regiones de su cuerpo. De ese modo confirmarás lo que has sentido con las manos y adquirirás confianza en tu aptitud.
7. Aquí tienes algunas directrices generales para la interpretación de lo que hayas experimentado:
a)- Calidez o punto caliente = área inflamada o hiperactiva (energizada en exceso). También puede indicar una parte del cuerpo en la que hay un problema crónico o un problema agudo y reciente. A veces indica un punto donde el estrés se está manifestando como un desequilibrio físico.
b)- Espesamiento del aire, pesadez o aumento de la presión = área congestionada. Puede indicar un atasco o impedimento en el flujo de energía, o en el funcionamiento de un órgano, aparato o sistema del cuerpo. En ocasiones indica un punto con mayor sensibilidad; el cuerpo puede rellenar zonas concretas del aura con energía adicional para protegerlas.
c)- Frescura = con frecuencia refleja una obstrucción en el flujo de energía dentro de un aparato o sistema del cuerpo, o bien en el flujo de energía hacia un órgano o región en particular. También puede denotar mala circulación o problemas en el movimiento de energía en alguna parte del sistema energético. Es frecuente que indique congestión.
8. Ahora es el momento de que empieces a compensar el campo energético de tu paciente, proyectando vibraciones curativas desde tus manos hasta los puntos problemáticos. Ante todo, ponte a respirar rítmicamente. Si espiras de forma audible, aumentarás tu flujo energético corporal. Concentra el pensamiento en la energía que sale a raudales por tus manos para corregir y curar la afección. Al inspirar, siente cómo te llenas de la energía sanadora del universo (visualízala como un color o de la forma que prefieras). Al espirar, visualiza los chorros de energía que brotan de tus manos para purificar, equilibrar y curar la parte problemática, junto con todo el sistema o aparato corporal al que está asociada.
9. Lo siguiente es ocuparse del chakra (o chakras) al que esté asociada el área problemática. Por ejemplo, si se trata de molestias estomacales, empieza tu trabajo por la región del estómago. A continuación visualiza todo el aparato digestivo en un estado de equilibrio y perfecta salud. Después dirige tus manos y tu atención al chakra del plexo solar, que transmite las energías del aparato digestivo (y en concreto del estómago). Proyecta tu energía equilibradora y fortificante hasta dicho chakra.
Por último, pasa a la región del chakra basal e irradia energía para energizarlo y fortalecerlo. Hazlo durante varios minutos. Luego repite la operación con cada uno de los siete chakras mayores (si visualizas la energía destinada a cada chakra en el color apropiado, mejorarás el proceso). Tu objetivo es equilibrar todo el sistema chákrico y estimular todo el proceso curativo.
Para concluir la sanación, desplázate a la región cefálica de tu paciente y proyecta energía cristalina en ella. Siente cómo mana de ti a raudales para llenarle por completo. Visualízala envolviendo su cuerpo y penetrando en su interior con dinamismo y firmeza.
No olvides que lo que utilizas en esta técnica terapéutica no es tu energía personal. Cuando realizas la respiración rítmica, lo que haces es absorber energía del universo para luego proyectarla sobre la otra persona.