Salud Holística

La salud es el equilibrio ideal entre todas las partes importantes de nuestro ser (cuerpo, mente y alma) en conjunción con nuestro entorno y con todo lo que encontramos. La palabra holístico deriva del griego holos, que significa «íntegro» o «completo». La sanación es integridad, pero no como la expresamos y experimentamos en el mundo físico. Abarca toda nuestra esencia: física, emocional, mental y espiritual. Ignorar cualquiera de estos aspectos es privarse uno mismo de la salud.


Todos los caminos de desarrollo espiritual nos instan a escudriñar en nuestro interior, y lo mismo debemos hacer en todo lo relacionado con la salud. Toda curación proviene de dentro. El cuerpo se cura solo; pero también podemos iniciar el proceso desde fuera, poniendo en marcha el proceso curativo. Sin embargo, antes de que la sanación tenga lugar, han de cumplirse ciertos requisitos previos:


Conocer nuestros patrones de salud básicos, incluyendo los puntos fuertes y débiles


Debemos empezar a conocer nuestro cuerpo y sus respuestas a las influencias externas, sus principales puntos fuertes y débiles, lo que podemos mejorar y lo que no. Las manifestaciones del malestar se producen la mayoría de las veces en partes del cuerpo debilitadas. Esa debilidad puede ser el resultado del estrés o incluso de una propensión genética individual.


Ser propenso no es lo mismo que «estar destinado a enfermar». Disponemos de libre albedrío, y, aun cuando tengamos una zona corporal débil desde el punto de vista biológico, eso no significa que se vayan a manifestar el malestar o la enfermedad. Si somos conscientes de estas debilidades y propensiones, podremos tomar medidas para fortalecernos y protegernos frente al desequilibrio.


A pesar del papel que juega la genética en la formación de los patrones de salud básicos, seguimos teniendo una tremenda capacidad de efectuar cambios en dichos patrones. Debemos llegar a entender cómo operan todos los aspectos de nuestro organismo.


Aprender a ver todas las afecciones físicas como síntomas


Todo desequilibrio físico, todo malestar y toda enfermedad no es más que un síntoma. Hay algo más –ya sea una pauta emocional o mental, el estrés, etc.- que ha promovido e instigado el síntoma físico.


Con frecuencia ignoramos por completo nuestros desequilibrios y nuestras pautas negativas hasta que nos causan problemas. En la mayoría de los casos, el malestar físico es una «llamada de atención» que nos hace el cuerpo. Es la forma que tiene de decirnos que algo ha dejado de estar en equilibrio.


Siempre hay alternativas. Existen muchos métodos de sanación, muchas terapias y remedios. Cada uno de nosotros debe encontrar el método o la combinación de estos que más convenga a su sistema energético, físico y no físico. Para descubrir las alternativas que son útiles para ti, primero has de considerar todos los aspectos de tu ser.


Tus emociones, tus pautas mentales y tus perspectivas espirituales son tan importantes para tu salud como el estado físico de los diversos sistemas, aparatos, tejidos y órganos del cuerpo. Ya sea tu intención seguir sano, dejar de estar enfermo o mejorar en términos de salud y energía, debes implicar todo tu ser en el proceso: tanto el físico como el sutil.


Emplear el sentido común para mantener una salud equilibrada


Muchos de quienes se aventuran a seguir los caminos espirituales, tienen tendencia a ignorar lo material. Es un error muy común pensar que si llevas una vida espiritual, todo lo físico se resolverá automáticamente. Lo cierto es que hay que cuidar ambos aspectos. Por muy espirituales que sean tus pensamientos, si no cuidas como es debido tu templo físico, terminará por dar problemas. Esos cuidados deberían incluir como mínimo:


• Una dieta adecuada
• Ejercicio físico apropiado
• Descansar las horas necesarias
• Respirar bien


CONCIERNCIA METAFÍSICA DE LA SALUD


Somos seres multidimensionales. Operamos simultáneamente en las dimensiones física, emocional, mental y espiritual. Para gozar verdaderamente de buena salud, debemos empezar a saber cómo interactúan todas estas dimensiones y cómo afectan a nuestros patrones globales de salud.


Metafísico significa «más allá de lo físico». Implica una causalidad que trasciende lo material. Los seres humanos tenemos tendencia a contemplarnos desde una perspectiva muy limitada.


Estamos revestidos de carne; tal vez hablemos del alma o el espíritu, pero somos criaturas físicas. Pensamos, sentimos, actuamos y reaccionamos desde nuestra conciencia física, pro somos algo más que simples seres materiales. Esos pensamientos y sentimientos, si bien no son palpablemente físicos, afectan al estado físico y a la perspectiva material. Son una dimensión de nuestra esencia que afecta profundamente a nuestro bienestar corporal.


En la mayoría de los casos, el malestar tiene una base metafísica. No suele originarse en el cuerpo físico o en el entorno. Las cosas del entorno material a las que casi siempre achacamos el malestar (virus, bacterias, etc.) están alrededor de nosotros todo el tiempo; son nuestros aspectos metafísicos los que nos hacen propensos a manifestar un problema.


Las emociones, actitudes y pensamientos desequilibrados agotan nuestras energías físicas y nuestra inmunidad natural, de modo que tenemos más probabilidades de «pillar un catarro» o de desarrollar otra dolencia. Aun cuando la enfermedad derive de la falta de ejercicio físico o de una dieta pobre, habría que explorar las causas emocionales y mentales de esos hábitos.


Dentro de cada uno de nosotros se encuentra el nivel del subconsciente, que responde literalmente a todos nuestros pensamientos y expresiones. Este nivel también interviene en el mantenimiento de nuestra salud. El inconsciente controla buena parte de lo que se manifiesta en nuestros cuerpos y en el entorno. Responde a nuestros pensamientos, sentimientos y expresiones.


Cuando comiences a trabajar con las energías terapéuticas, te resultará cada vez más evidente que la mayoría de las veces el desequilibrio surge de alguna expresión de desamor hacia nosotros mismos. Es fácil reconocer esas expresiones cuando las buscamos. Nos reñimos y nos criticamos. Nos decimos que estamos demasiado gordos, o demasiado delgados; que somos demasiado viejos o demasiado jóvenes, etc. Nos echamos la culpa de todo. Nos comparamos constantemente con los demás…


Debemos darnos cuenta de que cada uno es el único responsable de lo que piensa y siente, y el único que sufrirá las consecuencias, ya sean buenas, malas o regulares. Si seguimos concentrándonos sólo en lo negativo, crearemos un desequilibrio dentro de nuestro ser emocional y mental, que luego se transformará a su vez en un desequilibrio del cuerpo físico.


LA CRISIS DE MALESTAR


Existe un fenómeno que podríamos denominar «crisis de malestar», que tiene lugar cuando el cuerpo está saturado de toxinas, mucosidad y productos de desecho. La crisis puede producirse de muchas formas. Seguramente habremos ignorado todas las señales previas de advertencia, ¡siempre las hay! Además, puede que hayamos abusado de nuestro cuerpo a base de no dormir lo suficiente, de comer mal, de hacer poco o ningún ejercicio, etc.


El organismo se va bloqueando hasta que llega un punto en el que los gérmenes comienzan a multiplicarse; la toxicidad del cuerpo aumenta y ataca las partes más débiles.


La enfermedad aparece cuando la fortaleza y la vitalidad corporales están en su punto más bajo. La crisis de malestar se pone en marcha como un medio para salvarnos la vida. Es una purga forzosa, una limpieza sumamente energética porque hay daños manifiestos en los órganos, lesiones cancerosas, venenos en la sangre o cualquier otra condición traumática.


No es nada raro que las crisis de malestar se desencadenen cuando el tiempo se hace más frío. Cuando el cuerpo físico se enfría, todo en él se contrae. En esencia, eso nos obliga a realizar una eliminación de las toxinas. Las crisis como éstas suelen hacernos guardar cama para que nos dediquemos a la autoevaluación y el autoexamen.


Los antiguos sanadores reconocían la importancia de tratar a la persona por entero, no sólo sus síntomas. Sabían lo importante que es prestar atención a todo, conocer la fisiología del organismo, para así ser capaces de usar métodos que promuevan las funciones naturales. Conocían la importancia del desarrollo espiritual para el proceso curativo.


El malestar a cualquier nivel nos ofrece la oportunidad de aprender y alcanzar así un estado de conciencia y consciencia superior. El proceso que usamos para curarnos, refleja nuestra capacidad de adoptar nuevas perspectivas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *