Reiki – La práctica del Reiki

El Reiki se originó en el Tíbet o en la India y viajó por todo el mundo siguiendo las migraciones de los primeros budistas de las escuelas Theravada y Mahayana.


A partir de ahí llegó al Japón, donde se inicia la historia del Reiki que conocemos en la actualidad. El proceso de curación ha trascendido culturas, lenguas y religiones, llegando a cualquier punto del planeta. El Reiki ofrece la posibilidad de que cualquier persona se convierta en sanadora tras recibir una correcta transmisión de la enseñanza Reiki.


SENSIBILIDAD AL DOLOR


Los terapeutas suelen percibir enseguida el dolor en la zona del cuerpo en que la persona está recibiendo la energía. Esa sensación es un barómetro de la energía que el receptor necesitará para equilibrar el área donde se halla localizado el dolor.


El Reiki ni quita ni añade dolor a una determinada zona. En la mayoría de las ocasiones, cuanto más Reiki se recibe, mayor sensibilidad hacia el dolor se tiene. Suele entonces la persona distinguir nítidamente el origen de la energía y controlar la influencia que provoca. Sólo la experiencia ayuda a conocer las diferencias entre una sensación de dolor y una situación de quilibrio energético.


Cuando el maestro de Reiki impone las manos sobre un paciente, éste inmediatamente experimenta una sensación de calor u hormigueo.


CAUSAS EMOCIONALES DE LAS ENFERMEDADES


Accidentes: manifestaciones de ira, frustración, rebeldía
Amigdalitis: creatividad sofocada
Anorexia y bulimia: odio a sí mismo, sentimiento de no ser apreciado por los demás y de no estar al nivel de lo requerido
Anquilosamientos: inflexibilidad, temores, resistencia al cambio
Apoplejía: pensamiento negativo, pérdida de la alegría de vivir
Artritis: autocrítica y perfeccionismo
Asma: deseo de ser mimado, remordimientos y complejo de inferioridad
Cáncer: resentimiento profundo, desconfianza, autocompasión, desesperación
Cáncer de mama: resentimiento profundo como condición de madre
Corazón (ataque al): la supresión brusca del amor y la felicidad
Diarrea: temor a retener
Dolor: culpabilidad que busca el castigo
Edemas: mentalidad estancada, temores no expresados
Enfisema: negación de la vida, inferioridad
Espalda (dolor de): falta de comprensión emocional, búsqueda de ayuda, remordimiento, agotamiento
Estómago (dolor de): incapacidad para digerir ideas y experiencias. Miedo.
Estreñimiento: incapacidad para abandonarse
Fiebre: ira
Frigidez: miedo, remordimientos sexuales, falta de autoestima
Garganta (dolor de): miedo al cambio, incapacidad para expresarse
Genitales: rechazo de la sexualidad
Inflamaciones: ira
Jaquecas: ira y perfeccionismo
Laringitis: irritación
Oídos: no admitir lo que dicen de uno
Peso excesivo: necesidad de protección, inseguridad
Próstata: autoestima baja y orgullo sexual herido
Pulmones: incapacidad de dar y recibir energía vital
Síndrome premenstrual: baja autoestima como mujer, remordimientos sexuales
Sinusitis: irritación causada por alguien
Tumores: ofensa antigua que atormenta y no se olvida
Úlceras: miedo, falta de autoestima, dudas
Vaginitis: desaire infligido por la pareja, sentimientos heridos
Vejiga (infecciones de): contrariedad, retención que perjudica


DURACIÓN DE LOS TRATAMIENTOS


Una sesión de Reiki suele tener una duración de una hora aproximadamente en un adulto y de una media hora en el caso de niños. En ocasiones sucede que una persona siente un alivio inmediato de los síntomas, mientras que en otras, puede experimentarse un empeoramiento o que el dolor se torne más intenso. Esto significa que la curación tiene lugar en un nivel inferior. Cuando se avanza en el proceso de curación, da lugar a un incremento de la intensidad de los síntomas, aumento que remite al cabo de poco tiempo.


Es recomendable una aplicación diaria de Reiki, aunque sólo sea de veinte o treinta minutos, ya que ello ayuda a mantener activo el sistema inmunológico y a equilibrar el organismo de cara a mantenerlo alerta frente a la enfermedad.


EL FLUJO ENERGÉTICO


El mayor inhibidor de la armonía que debe regir en el organismo es el estrés, por lo que las manos del terapeuta deben trabajar para disminuirlo, ya que ello permite al cuerpo que pueda curarse por sí mismo.


Al aplicar las manos sobre la cabeza, se produce una activación de la energía en las glándulas pineal y pituitaria. La primera se encarga de regular la cantidad de luz que puede penetrar en el cuerpo, también se encarga del desarrollo sexual de la persona y de la pigmentación de la piel. La glándula pituitaria se encarga de realzar el estado de la mente, regular el sueño, el crecimiento y los fluidos orgánicos. También es la encargada de estimular al organismo para que reemplace las células muertas y de aguzar los sentidos del olor y el tacto.


La energía influye directamente sobre la glándula tiroidea cuando el terapeuta impone sus manos sobre el área de la garganta. Dicha glándula es la encargada de regular el nivel de yodo en el organismo, favorecer la digestión y generar tejido nervioso y cerebral. El resto de glándulas paratiroideas también son muy importantes, ya que regulan los niveles de calcio y fomentan la sensación de sosiego.


El timo es el encargado de producir las células que protegen al organismo de la enfermedad. Al depositar las manos sobre el chakra del corazón, la energía se desplaza hasta ese lugar e influye directamente en la regeneración celular.


Al imponer las manos sobre los riñones, se estimula la función sexual, ya que las glándulas suprarrenales se activan y con ello se regula la fertilidad y los estados emocionales.

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