“La meditación no es una evasión, sino un encuentro sereno con la realidad”. – Thich Nhat Hanh
La práctica de la meditación se asocia a veces con una evasión, un escape de la dureza del mundo. Es una búsqueda de la paz. Esperamos que la meditación nos alivie del estrés incesante.
Por eso a veces se considera que la meditación es una forma de evasión.
Pero, como señala Thich Hanh, la meditación no es una vía de escape. Es más bien una zambullida en la realidad.
Índice de contenido
¿Qué es la meditación?
La meditación es una práctica de entrenamiento de la mente para promover el bienestar mental. En esta ficha descubrirá qué es la meditación, sus principios fundamentales, su historia, los distintos tipos de meditación, sus beneficios, algunos consejos prácticos y, por último, la opinión de un especialista.
Del latín «Meditare», que significa «contemplar», la meditación es una práctica que consiste en entrenar la mente para que se libere de los pensamientos negativos y perjudiciales. Por supuesto, muchos pensamientos son útiles para gestionar la propia vida o resolver problemas prácticos.
Sin embargo, los mecanismos mentales son tales que producen constantemente pensamientos que a menudo son nocivos. El objetivo de la meditación es eliminar estos pensamientos de nuestra mente y liberarnos de las cavilaciones negativas que nos impiden avanzar en nuestra vida.
Meditación: ¿para qué sirve?
La mediación es una herramienta para atraer la paz interior y aliviar el cuerpo y la mente. Una sesión de meditación permite relajarse. Esta práctica nos hace conscientes de que la mente está sujeta a una afluencia de pensamientos que pueden causar estrés e ideas negativas.
El principio de la meditación nos permite salir de los automatismos que imponemos a nuestra mente y volver a centrarla en lo esencial.
En general, la meditación puede servir para afrontar mejor las dificultades cotidianas, recargar las pilas y sentirse mejor.
Más concretamente, algunas técnicas de meditación son eficaces para perder peso, controlar el estrés y las emociones, tomar mejores decisiones…
La meditación ha sido investigada por la ciencia y sus efectos se han demostrado mediante estudios científicos. Así, podría ralentizar el envejecimiento del cerebro, aprender a gestionar mejor el dolor o aliviar los síntomas de la depresión.
En la tradición budista, el objetivo de la meditación es aliviar el sufrimiento. Se trata de ponernos en condiciones de conectar con nuestro yo interior, al tiempo que soltamos nuestra necesidad de control.
Conceptos erróneos sobre la meditación
La concentración no es meditación. La meditación es relajación. Relajarse significa aceptar no hacer nada en absoluto. Siéntate en silencio y observa simplemente lo que ocurre. ¡Pero no intentes observar! Si no, hay que concentrarse y esforzarse. Mantente tranquilo, relajado, receptivo. Sin lucha, sin conflicto, sin esfuerzo.
Sólo tienes que estar allí.
La meditación no es específicamente oriental y no es una técnica. Menos aún es un mantra que haya que repetir. Nadie puede aprenderlo: es un crecimiento íntimo.
La meditación no es introspección. La introspección es una reflexión sobre lo que uno es o hace. La psicología occidental hace hincapié en la introspección. ¿Qué es la introspección? Pongamos un ejemplo: la ira. Tras un ataque de ira, reflexionas: ¿qué lo provocó, qué pasó?
Te permites un sinfín de suposiciones, asociaciones de ideas, pero todas están dirigidas hacia la ira y alejadas de ti. Analizas cada detalle del suceso, diseccionas, te devanas los sesos, quieres saber cómo podrías haber evitado esta crisis, deseas no volver a hacerlo. Se trata de un vasto proceso intelectual. El enfoque occidental es analítico, es un psicoanálisis.
La actitud oriental puede resumirse en pocas palabras: sé consciente. No analices tu ira, no es necesario. Míralo con atención total, neutral, vacío de pensamientos. Permanece en el sentimiento de rabia que está ahí, presente. Las explicaciones son irrelevantes, como tu deseo de abandonar esta ira o tus remordimientos. Lo único que hay que hacer es observar. Eso es recordar el yo.
Aprenda a meditar fácilmente – Meditación para principiantes en ocho pasos
Hace falta un poco de paciencia y práctica para encontrar el silencio. Hazlo siempre de la misma manera para que se convierta en una rutina. De este modo, el cuerpo interiorizará y automatizará más fácilmente el estado de quietud. Esta guía de meditación en ocho pasos te ayudará a conseguirlo:
Elija un lugar tranquilo
Asegúrate de que no te molesten otras personas, el ruido del entorno o el teléfono.
Llevar ropa cómoda y abrigada
El cuerpo se enfría rápidamente cuando no está en movimiento. Piensa en llevar ropa suave y cálida, y a ser posible una bufanda alrededor del cuello y calcetines gruesos.
Siéntese cómodamente
Tanto si estás sentado en una silla, de pie, tumbado o en posición de loto (la postura clásica del yoga), debes estar cómodo. Un cojín, una toalla o una silla pueden ayudarte a mantenerte estable y relajado.
Postura erguida
Endereza la columna, inclina ligeramente la barbilla hacia el pecho y relaja los hombros hacia atrás. Coloque las manos sobre las rodillas o los muslos, sin tensar. Ahora puedes respirar libremente.
Ajustar el despertador
Tómatelo con calma. Empieza con 5 minutos de meditación y aumenta gradualmente el tiempo hasta 10 minutos cuando te sientas cómodo. También puedes hacer una breve pausa en mindfulness y luego seguir meditando durante unos minutos. Así desarrollarás tu capacidad de atención y te resultará más fácil meditar durante más tiempo.
Iniciarse en la meditación: tomar conciencia de la respiración
En la meditación, la respiración se utiliza para calmar y relajar. Nuestra mente vaga entre el pasado y el futuro. Si te resulta difícil seguir la respiración, centra tu atención en una parte del cuerpo cada vez. Imagina que estás liberando la tensión muscular de esa zona. Tras la liberación, siente conscientemente esa parte del cuerpo y percibe las sensaciones. Después de este recorrido por todas las zonas del cuerpo, extienda esta percepción a todo el cuerpo. Intenta dejarte llevar y sentir las reacciones que aparecen.
Deja que tus pensamientos vaguen
Acepta todos los pensamientos que te vengan, pero no te aferres a ellos. Sólo eres un observador. En otras palabras: acepta los pensamientos y déjalos pasar como las nubes en el cielo. O imagina que estás en la estación y tus pensamientos son un tren que pasa.
Fin de la meditación: volver lentamente
No saltes enseguida, tómate unos minutos. Estírate y respira profundamente dos veces. Abre los ojos, levántate despacio, tómate tu té favorito (¡prepáralo!) y mira por la ventana. Ahora estás renovado
Vídeo sobre La neurociencia de la meditación. Nazareth Castellanos, neurocientífica
Vídeo sobre La neurociencia de la meditación. Nazareth Castellanos, neurocientífica, del canal: