Tu piel es única y el uso de productos para los tipos básicos, no te proporcionará los resultados que deseas. Tómate un momento para descubrir cuál es tu tipo de piel…
Piel normal, piel grasa, piel seca, piel sensible, piel deshidratada… Para la limpieza y el cuidado de la piel, es mejor conocer tu tipo de piel para elegir entre la gran cantidad de cosméticos disponibles.
El tipo de piel puede variar con el tiempo según la edad, la dieta, las hormonas…, pero también pueden intervenir factores externos como el clima, la temperatura, la calefacción, la contaminación, el estilo de vida… Además de ser una piel normal, mixta, seca o grasa, tu piel puede volverse más o menos sensible, sin brillo, deshidratada…
Piel Normal
La piel normal es suave al tacto y su complexión bastante uniforme. La textura de la piel es regular y sus poros (pequeñas cavidades en la superficie de la piel, más o menos dilatadas) no son muy visibles. La piel normal no tiene imperfecciones aparentes. Sus células producen en cantidad suficiente los elementos que permiten mantener una buena hidratación y protección frente a las bacterias.
La definición de una piel normal se establece en base a los otros tipos de piel: no es ni demasiado grasa ni demasiado seca. Tiene una apariencia ligeramente brillante, una ligera sensación grasa, no está tirante y no se enrojece.
La piel normal responde bien a las diferencias de temperatura y humedad. Tolera las agresiones cotidianas, como la contaminación o los rayos ultravioleta. Sin embargo, es raro mantener esa calidad de la piel a lo largo de la vida.
Suele ser suficiente limpiarla adecuadamente e hidratarla para mantener su apariencia suave y homogénea.
Piel Seca
Muy a menudo fina y hermosa y sin poros dilatados, la piel seca es una fuente de tensión e incomodidad. En casos extremos, pueden aparecer pequeñas descamaciones en la nariz y los pómulos.
La piel seca es la consecuencia de una falta de grasa (sebo), que produce la capa lipídica de la piel. Esta sustancia lipídica permite crear una barrera cuyo papel es mantener la piel hidratada. Esta barrera se debilita en la piel seca y no puede evitar una pérdida significativa de agua. La falta de sebo junto con la pérdida de agua, provocan la sequedad de la piel.
Si la piel de tu cara está tirante, si es opaca, sin brillo o le da a tu cuerpo un aspecto de “cocodrilo”, es señal de que tu piel está seca. Tu piel necesita hidratación diaria con un cuidado adaptado a las pieles secas.
Piel Grasa
La piel grasa puede estar vinculada a diferentes factores: hereditarios, desequilibrios hormonales, estrés, contaminación, tabaco y cambio climático. Se caracteriza por una importante producción de sebo, llamada «seborrea». La piel es grasa y brillante, especialmente en la zona T (frente, nariz y barbilla), y se convierte en el caldo de cultivo perfecto para espinillas, puntos negros y todo tipo de impurezas que obstruyen los poros.
La piel grasa a menudo va acompañada de cuero cabelludo graso.
El tratamiento de la piel grasa no es fácil, entre limpiadores excesivamente agresivos y los tratamientos matificantes que se olvidan de hidratar, es difícil encontrar el equilibrio necesario.
Piel Mixta
La piel mixta a veces puede causar una gran incomodidad. Esta piel, con un equilibrio inestable, requiere atención especial y cuidado específico.
La piel mixta tiende a engrasarse fácilmente. Las espinillas o el acné pueden aparecer en algunos casos. Es una piel desequilibrada, cuyos problemas no son permanentes.
Seca donde las glándulas sebáceas son infrecuentes (sienes, pómulos y mandíbulas), se vuelve grasa en el eje medio de la cara: la famosa zona T (frente, nariz y mentón).
Hay muchos factores: genéticos, hormonales y/o externos que pueden favorecer una piel mixta. Suelen presentarla las mujeres de entre 20 y 35 años. Entre los factores agravantes se incluyen el tabaco (que obstruye los poros y también tiende a perturbar el equilibrio hormonal en favor de los andrógenos), una dieta rica en grasas saturadas o productos industriales edulcorados. Algunas píldoras anticonceptivas o incluso algunos dispositivos intrauterinos, también tenderán a desequilibrar la piel. Sin mencionar la contaminación y el estrés.
Finalmente, los factores cosméticos juegan un papel muy importante: aceites faciales, cremas y productos oclusivos… Estos factores complican el cuidado de las pieles mixtas hasta el punto de convertirse en un verdadero dolor de cabeza la elección de cosméticos adaptados.
Piel Apagada
La piel carece de brillo y luminosidad, puede parecer grisácea. La complexión es a menudo irregular.
Es el resultado de una acumulación de toxinas (tabaco, contaminación…) en el cuerpo, lo que ralentiza la renovación celular de la piel.
La falta de sueño y el estrés también pueden retrasar la renovación de la piel y, finalmente, conducir a la falta de luminosidad.
Piel Deshidratada
La piel es áspera y pueden aparecer líneas de deshidratación, se siente tirante.
La piel deshidratada, a diferencia de la piel seca, es una condición generalmente transitoria, debido al desequilibrio o la agresión externa. Esto significa que una vez que se restablece el equilibrio, la piel recuperará su flexibilidad y nivel de hidratación normal.
Piel Acneica
El acné no sólo afecta a los adolescentes. A menudo es el resultado de un desequilibrio hormonal o nervioso que conduce a la producción excesiva de sebo. Los poros de la piel se obstruyen. El exceso de sebo puede permanecer dentro de la epidermis: se forma un micro-quiste. Si el exceso de sebo se va hacia afuera, favorecerá la aparición de puntos negros.
La piel acneica es grasa y con frecuencia está infectada con una bacteria: Propionibacterium Acnes, responsable de las pústulas infectadas. El acné mal tratado puede causar muchos problemas (superinfecciones, cicatrices…).
Piel Sensible
El 20% de las mujeres padece un problema real de piel sensible y el 40% a menudo sufre de tirantez y molestias.
Esto da como resultado un enrojecimiento prematuro, hormigueo y sensación de picor. La piel sensible afecta a la mayor parte de la cara (alas nasales, zona de los ojos). La aplicación de cosméticos inadecuados o demasiado agresivos (peelings o exfoliantes muy frecuentes), estrés, fatiga… Todos ellos son factores que pueden causar estas molestias.
Cada tipo de piel tiene una sensibilidad particular. De hecho, todos sufrimos diversas agresiones diarias que debilitan nuestra piel. Sin embargo, cada piel lo expresa a su manera y en un grado muy específico.
Dependiendo del modo y grado de sensibilidad de las pieles sensibles, podemos diferenciar tres tipos:
● Pieles reactivas: pieles irritadas por agresiones climáticas o pieles agredidas por productos cosméticos no adaptados: la epidermis se debilita. Se manifiesta en forma de tirantez, picazón, hormigueo y/o enrojecimiento.
● Pieles frágiles: patrimonio genético de la piel, factor patológico (enfermedad, problemas de microcirculación…) o factores ligados a la edad (bebés, personas mayores…).
● Pieles alérgicas: alérgenos (ácaros, polen…): reacción de defensa inmunitaria. Se presenta en forma de dermatosis (eccema, psoriasis…).